sábado, 22 de mayo de 2010

Arrestados


Jesucristo y la Virgen han sido arrestados. He leído con gran interés la carta del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, general del Ejército del Aire don José Julio Rodríguez a quien mucho estimo y respeto. No me ha convencido. En exceso extensa y farragosa. El lenguaje castrense es más sintético y directo. La orden no viene del general don José Julio Rodríguez, al que no me figuro arrestando a la Virgen de Loreto. Patrona de los aviadores. Viene de la ministra doña Carmen Cachón y de su auxiliar administrativo don Constantino Méndez, a los que la Virgen de Loreto les importa un bledo. Un error grave confundir las cosas y quebrar la tradición y los sentimientos militares desde el laicismo oficial. Sea atendido este ejemplo ajeno a los soldados. En Almonte, una mayoría de los votos son de socialistas y comunistas. Acuda a Almonte de visita la ministra Chacón e intente arrestar a la Virgen del Rocío. Le faltarían piernas para escapar ilesa perseguida por los suyos. Los militares tienen una tradición religiosa desde tiempos más allá de la memoria, de la Histórica y de la real. Y es lógico. El soldado convive con el riesgo y con la muerte por vocación. Lo hace en nuestra defensa, voluntariamente. Y el consuelo ante la inmediatez de la muerte se encuentra en la fe. Suprimir la misa en los actos de entrega de despachos de oficiales es algo más que un agravio innecesario a la costumbre militar. Es una gamberrada gratuita. Señora Virgen del Carmen, Estrella de los Mares, queda arrestada. Señora Inmaculada Concepción, Patrona de la Infantería, al calabozo. Señora Virgen del Pilar, Patrona de España y de la Guardia Civil, pase inmediatamente por el Ministerio de Defensa y póngase a las órdenes del funcionario laico para que le suelte un chorreo antes de ser recluida en estado de prevención. Que el Corpus abandone Toledo y el Cristo de la Buena Muerte deje de salir en procesión llevado por brazos legionarios. Fuera los crucifijos en los homenajes a los caídos por España. Quedan prohibidos los nombres de Dios y de la Virgen en los himnos castrenses. –«Salve, Estrella de los mares, madre del Divino Amor», fuera. Sean lanzados los sentimientos de treinta generaciones de marinos de nuestra Armada por la borda de babor, obviamente. Que la Legión de hombres honrados de Calderón de la Barca se someta sin rechistar a los resentimientos de quienes pretenden borrar el humanismo cristiano de los cuarteles y regimientos de España, de sus buques de guerra, de sus altares e imágenes dolorosas celosamente guardados, custodiados y venerados por los militares durante siglos.

Señora ministra, me ha decepcionado. Confié en usted y en su inteligencia al principio de su andadura. No se ha contagiado de la serena disciplina y el concepto del honor de nuestros soldados. Ellos, en una aplastante mayoría, creen en Dios, en la Virgen y en los santos. Forman parte de su código particular e interior, y también del conjunto de sus sentimientos y creencias. Y si existen militares laicos y agnósticos, no les toque a su Cristo o a su Patrona, porque también en ellos, sin creer en ellos, en ellos buscan su consuelo y su esperanza. Arreste imágenes y oraciones. Arrreste sentidos y tradiciones. Al final, además de una falta de respeto, está cometiendo usted una horterada. Se está riendo de la estética de los soldados. No va a tener sitio en los calabozos y prevenciones para meter tanto amor y tanta fe al otro lado de las rejas.

Arrestados
Alfonso Ussía

martes, 11 de mayo de 2010

¿Esclavos en el Valle de los Caídos?


Según versión actual propagada por los pseudo historiadores izquierdistas, fueron los “esclavos de Franco”... Para ejecutar la obra se adoptó el procedimiento de adjudicaciones parciales a diversas empresas, tales como Huarte, Molán, Banús, San Román, etc. siendo contratadas libremente las brigadas de obreros por las propias empresas constructoras. Además también se contrataron como obreros a algunos prisioneros, que lo solicitaron libremente, los cuales además de recibir su jornal igual al resto de los trabajadores, redimían penas derivadas de actuaciones penales durante la guerra: por cada día de trabajo redimían dos de su condena. En las inmediaciones de la obra se construyó un poblado para los trabajadores. Los presos participaron exclusivamente en la explanación de la carretera, nunca en la obra monumental que exigía, como es lógico, personal especializado.

Eran hombres que habían cometido delitos durante la guerra como participar en asesinatos en la retaguardia, robos, violencias denunciadas, probadas y juzgadas por los Tribunales. Algunos tenían incluso condenas a muerte que fueron conmutadas por Franco. Contra lo que se viene repitiendo por los revanchistas, mediante nauseabundos y vergonzosos libelos, de que la obra del Valle de los Caídos fue hecha con mano de obra forzada, esto se desmiente radicalmente. Pero en plan de hacer comparaciones, lo hicieron los aliados vencedores en la II Guerra Mundial con los nueve millones de prisioneros alemanes, a los cuales los utilizaron como forzados en Inglaterra, Francia y Canadá, actuando de esa forma contra los convenios de Ginebra.

Así pues, y según Miguel Jiménez Marrero, en su importante y documentado libro “Crónica de medio siglo. 1939-1961”, tomo II, deja constancia de que “en la construcción del Valle de los Caídos trabajaron, junto a los trabajadores contratados, determinado número de presos por diversas causas, que cobraban un salario idéntico al del resto del personal, sirviéndoles el tiempo trabajado, para acogerse a la reducción de penas por el trabajo, que daría por resultado, que en el transcurso de la construcción, y al finalizar ésta, fueron muchos los presos que consiguieron la libertad”.

El coste en vidas humanas de los hombres, que entregaron su trabajo a las varias empresas de muy diferente entidad a lo largo de casi veinte años, según el arquitecto Diego Méndez, no se produjeron más que cuatro accidentes mortales: “Parva, aunque dolorosa contribución a una empresa que requirió millares de brazos y millares de jornadas de dura brega”. Otras fuentes consultadas elevaron la cifra de muertos entre catorce y dieciocho. Merece la pena dejar constancia que durante la construcción de la Cruz no se registró ni un solo accidente.

Cuenta Daniel Sueiro en su libro “La verdadera historia del Valle de los Caídos”, que los barreneros ganaban trescientas cuarenta y cinco pesetas a la semana. La mitad de lo cobrado iba destinado a las familias. Poseían vivienda en el poblado. Hacia 1950 los presos fueron sustituidos por obreros libremente contratados para terminar las obras. Algunos se quedaron allí, como tales obreros.

Cuando visitaba el Generalísimo las obras, los trabajadores recibían una gratificación.

Autor: Eduardo Palomar Baró.